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Whisky: sabor a campo, madera e historia

Hablar de whisky es hablar de historia. Considerado el rey de los destilados, y uno de los más consumidos del mundo en la actualidad.

Hablar de whisky es hablar de historia. Considerado el rey de los destilados, y uno de los más consumidos del mundo en la actualidad. Hay papiros egipcios que datan de 3500 años a.C., donde ilustran el proceso de una destilería, sin que confirmen que se trata del proceso de creación de esta bebida. 

Expertos aseguran que fue Irlanda y no Escocia quien inició la producción del mismo. Se dice que en el Siglo V, San Patricio (patrón de Irlanda), llevó a la isla el alambique y la técnica de destilación de cebada y agua pura. Hoy Irlanda cuenta con la destilería más antigua del mundo en funcionamiento: Old Bushmill, que data de 1276. 

Se dice también que los campesinos que laboraban en esta destilería presentaron en 1170 a Enrique II, duque de Normandía, el famoso y delicioso invento. Los escoceses aprendieron rápidamente el proceso, sin embargo, el nombre dado por los irlandeses (uise beatha) resultó impronunciable. Así fue como decidieron llamarlo whisky, una adaptación del anterior juego de palabras.

El whisky fue considerado en su momento como “aqua vitae”, de ahí el origen de la palabra. ¿La razón? Su producción, venta y consumo se limitaba a personajes de la realeza y médicos de ambas regiones.

Documentos fechados de 1494 confirman que la bebida se producía en monasterios con fines medicinales. En ese mismo año la Casa Real Escocesa lo monopolizó, prohibió su venta en el 1500 a cualquier súbdito, con excepción de los barberos, quienes eran considerados como cirujanos y en aquella época lo empleaban como anestésico.

Este paso por la historia y la proliferación de destilerías escocesas por todo el país, hizo se le considere cuna y madre de este producto. Actualmente existen más de 200 destilerías en sus territorios, en contraste con las 7 productoras que han logrado sobrevivir en Irlanda. 

Producción en la actualidad

La producción de este destilado no está limitada a ambas regiones, aún cuando Escocia tiene una Denominación de Origen que ajusta sus productos. Existen países como Canadá, Japón, Estados Unidos, y España que han logrado posicionarse dentro del mercado con marcas que hoy son reconocidas mundialmente. 

Barricas de roble, listas para llenarse de whisky en la destilería White and MacKay de Invergordon. Foto: Wikimedia Commons

Para entender lo anterior bastaría con mirar la clasificación de whiskies de acuerdo a sus procesos y materiales de elaboración. Entendamos que el whisky es un destilado a base de granos como cebada, trigo, avena, centeno y maíz, mezclado con aguas de distintas regiones (de acuerdo al país de producción) y envejecido en barricas de madera que determinan su clasificación:

  • Single Malt: Son whiskies a base de una sola malta, todas consideradas Premium por el proceso de siembra. Son añejados en barricas de nuevo uso. Marcas como Glenfiddich, Glenmorangie y The Macallan, son las más representativas.
  • Blended Scotch Whisky: Es la mezcla de varios whiskies de malta y whiskies de grano, es un destilado más suave y fácil de tomar. Algunas marcas son: Johnnie Walker, JB, Grant’s y Ballantine’s
  • Blend Malt: Este whisky es la mezcla de varios whiskies de malta y destilado en dos ocasiones. Johnnie Walker Green es sin duda el más importante ejemplo de este tipo. 
  • Single Grain: Son whiskies de una sola destilería, están compuestos por un 85% de trigo acompañados de cebada no malteada, centeno o maíz. Cameronbridge y William Grant & Sons, dos de las destilerías más antiguas de Escocia, son las productoras de este tipo de whisky. 

Esta clasificación es limitante a los productos de origen Irlandés y Escocés.

¿Y si el Whisky no es ‘Scotch’?

Hablar de whiskies producidos en otros países, es considerar procesos diferentes tanto en el grano con el que se fabrican como el tipo de agua que utilizan para su destilación. 

Un ejemplo es el patentado por la marca Jack Daniel’s, que utiliza un método de filtración a carbón y agua extraída de una cueva de Tennessee, que logra la producción de un bourbon de sabor y aroma único a humo. 

Otra variante nos lleva a los whiskies japoneses, donde algunas de las marcas más reconocidas han agregado al arroz como parte del proceso, creando así whiskies con un rango más amplio en cuanto a sabores y aromas, que lograron posicionarse rápidamente dentro del mercado con marcas como Yamazaki Sherry Cask, el cual fue catalogado como el mejor whisky del mundo en el año 2014 del Jim Murray’s World Whisky Bible. 

¿Cómo disfrutar de un buen Scotch?

Ahora que conocemos la historia y algunas de las marcas más conocidas, se tiene que definir la manera de consumirlo. Sin ser autoritarios o puristas, los expertos señalan que la mejor manera para consumirlo es completamente solo. Es decir, aquella imagen de galán que te brinda pedir un scotch en las rocas, está fuera de rango. Para empezar, sólo se puede pedir un scotch a la hora de pedir un whisky escocés, es decir, si pides un Jack Daniel’s no aplica. 

El hielo, de acuerdo a los especialistas, lejos de abrir los sabores, los cierra, los diluye y hace que la riqueza aromática y el paladar del licor se pierdan. Lo ideal dicen, si se trata de un trago, es pedirlo solo. 

En caso de que nos toque abrir la botella, la recomendación es clara, servir un trago agregarle dos o tres gotas de agua natural y mantener el vaso 10 segundos rodeado con la mano para brindarle un poco de calor antes de ir a la boca. 

Cabe señalar que los procesos de envejecimiento de cada whisky aportan sin duda un grado alcohólico mayor a otros licores, este puede ir de los 40 hasta los 55º, dato a tomar en cuenta por tratarse de un licor que se consume solo. 

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